Aún queda el Tejo.
Después del pequeño paseo de ayer aún quedaban ganas de asfalto, así que la rémora se pegó de nuevo a ese tiburón devorador de kilómetros y curvas que nos lleva por esos mares de paisaje y conocimiento.
Para llegar a Teverga fuimos por unas carreteras donde hace unos años no cabía la moto,
debió de encoger con el agua de lluvia y los lavados porque ahora si cabe y las carreteras son las mismas.
Llegamos a tiempo para ver unas clásicas,
no coincidimos con Polo
pero si con san cristal, singular de glass.
Estaba el consultorio abierto y entré a preguntar de quien era la escultura, ni idea tenían, menudo consultorio pensé yo, hasta que me lo explicaron.
Escultura en homenaje a los mineros, del artista-minero Gonzalo Prado.
Salimos en busca de Lugares,
a ritmo vespino en el último tramo
y llegamos al primer Lugar
Llanuces,
Aparcamos y comenzamos la visita
Iglesia de Santa María que data de 1.549.
El palacio de Miranda-Quirós, cuyo origen parece remontarse al s. XIV. El palacio preside un conjunto formado, además, por la casa del Samaritano, la vivienda de los caseros, cuadras, pajares y un hórreo, en el interior de una finca cercada a la que se accede por un portalón de arco de medio punto
provisto de un gran escudo con las armas de Miranda, Ponce y Quirós.
¿antigua cruz de la Ermita de San Juan?
A veces transitamos por estrechos caminos
por lugares casi olvidados,
de pequeñas casas de piedra,
por empinadas y duras cuestas.
De alegres
y tristes callejas,
de solitarios balcones
de olvidadas puertas,
de cuidadas casas.
Bebemos de sus fuentes,
aspiramos su aire,
nos llevamos sus recuerdos
y sus paisajes.
Se nos alegra la vista,
se nos encoge el alma,
pero al final del camino
siempre llenamos la saca.
Buscando un poco de Paz
encontramos Sosiego.
Continuamos en busca de otro lugar.
Iglesia románica de San Pedro en Arrojo.
EL FINAL DE UN AYER
Por el monte, por el llano,
por la perdida vereda,
por el camino olvidado
que nadie cruza, la tierra
se cubre de zarzamoras,
de reptiles y de hiedras.
La luna sigue en lo alto
iluminando las sendas
los hombres siguen viviendo
como en completa inconsciencia;
abandonaron los pueblos,
las tierras se vuelven yermas...
Las casas se caen, las calles
solitarias, nada queda
del ayer, montón de ruinas
fantasmales y grotescas...
Es el final del ayer,
es el final de una época.
Mª Bernarda García de la Villa.
Seguimos por las cementadas calles de duros inviernos,
pasamos por bancos desde donde se alegra la vista y descansan los sueños.
La capilla de la Virgen del Carmen y el Tejo milenario.
Uno de los guardianes de la puerta,
el sagrado guardián del tiempo.
Este tejo milenario (Taxus baccata), árbol sagrado de los astures, fue declarado monumento natural el 27 de abril de 1.995. Su morfología es casi perfecta con una copa que mide 15 metros, 10 metros de altura y un tronco de entre 6,5 a 7 metros de perímetro. Este ejemplar está considerado como el más antiguo de Europa.
Bebimos de sus fuentes
y sus paisajes nos dejaron buen sabor de boca
y el presagio de que pronto iríamos a Caín.